viernes, 2 de diciembre de 2011

Yo no quiero ser una hormiga

Hace más o menos un año que vi Waking life, el maravilloso film de animación de Linklater. Seguramente sea una de las películas que más me ha hecho pensar. Waking life nos invita a vivir soñando y nos muestra un amplio abanico de opiniones, permitiéndonos profundizar en cada una de ellas. Para el que no la haya visto y le guste el cine filosófico (o la filosofía en sí), la película queda más que recomendada.

Pero aparte de la recomendación, voy a destacar uno de mis fragmentos favoritos (aunque los subtitulos están en portugués, los he puesto en español más abajo).

En esta escena se muestra lo que somos, aunque no lo queramos ser o mejor aún, aunque no nos planteemos lo que estamos siendo. Somos hormigas. Hormigas que evitan chocarse las unas con las otras. Que evitan el contacto. Y la realidad es que huimos del contacto físico con cualquier desconocido, como si olvidáramos que todos somos piel.

¿Con cuántas personas nos habremos chocado, mirado en el metro, incluso sonreído (casi un milagro en los días que corren) y no nos habremos parado a conversar con ellas, cuando posiblemente muchas  fueran personas realmente interesantes?

El mundo iría mejor si en vez de ser como hormigas fuéramos personas. Si a partir del contacto exprimiéramos la humanidad que todos llevamos dentro.

Al menos yo no quiero ser una hormiga, ¿y tú?





-Perdona

-Perdona

-Oye, ¿podríamos hacerlo otra vez? Ya se que no nos conocemos, pero no quiero ser una hormiga, ¿sabes? Es decir, es como si fuéramos por la vida chocándonos unos con otros con nuestras antenas, continuamente en el piloto automático de hormigas, sin que se espere nada realmente humano de nosotros.
Para. Vete. Ven aquí. Conduce allí.
Toda acción básica para sobrevivir.

Toda comunicación simplemente para que el hormiguero siga zumbando de manera educada y eficaz.
"Aquí tiene su cambio". "¿Papel o plástico?". "¿Crédito o débito?". "¿Quiere ketchup con eso?".
No quiero paja, quiero momentos realmente humanos.

Quiero verte.
Quiero que me veas.
No quiero renunciar a eso.
No quiero ser una hormiga, ¿sabes?

-Si... si, ya... yo tampoco quiero ser una hormiga. Eh, si, gracias por compartir esto conmigo. Últimamente he sido como un zombi con piloto automático, no me siento hormiga en mi cabeza, pero supongo que probablemente si que lo parezco.

No hay comentarios:

Publicar un comentario