jueves, 8 de diciembre de 2011

No me tengas piedad

No me tengas piedad.
Ni tengas piedad
cuando,
al caer la noche,
te reclamen
las yemas de mis dedos.

No farfulles
los silencios malsonantes,
ni los halagos
que embelesan
mis oídos,
pues siempre
estaré escuchándote,
calles
o hables.

No me juzgues,
ni me observes
bajo los prejuicios
demorados.
No te canses
de mirarme.

No me esperes.
Ya estoy aquí.

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