No hicieron falta salas de espera,
Ni largas colas de incertidumbre indeseada.
Me bastó con el frío
Que suscitaron los vientos de octubre
Y que sigilosos,
Se cuelan por las rendijas
Que me encierran de noche.
Fue suficiente el latir de mi persiana,
Que vibra bajo el estruendo
De aviones, que a diferencia de nosotros,
Van a alguna parte.
Di por aptas las respuestas
Que inventó mi mente,
Que superaban con creces
A las que nunca me diste.
Marqué con vestigios
De tu coraza
Los agravios que lanzabas
A la nada
Y yo atrapaba al vuelo.
Persistí al sopor que me creabas,
Y hoy que atestiguas otros oídos,
Que no son los míos,
Yo padezco insomnio.
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